no salpico ni hago ruido
¿es improcedente mi acción?
sin decencia yo diría
tiene mi lápiz buena punta
se desliza conociendo el infifnito
eso da una fiesta
no sé donde
mis dos caras siamesas sin costura
te miran y te miran
celebran tu v corta de volcán
y tu ácido fragmento dibujante
donde hubo silencio hay vino tibio
resplandores de la luna rebotando
catarata de abandonos
verga en mano,
los manjares.
Las comisuras de sus labios
titilan sobre la muchedumbre,
enamorándola.
Periquitas humeantes
se rozan y se huelen
en pasillos estrechos.
Un mancebo recién aceitado
raspa el fondo de su tarro.
Te unta si le sobra
pero solo hasta que llegue algo
con uñas en la espalda
y lo cautive.
Guardianes del negocio de la especie
recorren los úteros
y anotan en pizarras.
Susanitas de taco aguja y bincha azul
festejan gimiendo en registro torturante
y exhiben, de inmediato,
sus ortos clausurados.
Lleno mi tarro
de orejonas fláccidas
y vuelvo a casa con viandita.